Comenzamos el pasado 28 de julio con la vendimia de Gual y Marmajuelo en la Isla Baja y terminamos esta semana, casi tres meses después, recogiendo la Tintilla en las Laderas de Teno en El Palmar de Buenavista.
La diversidad de variedades que cultivamos, cada una con su correspondiente ciclo vegetativo, en multitud de parcelas ubicadas desde el nivel del mar hasta casi 1000 metros de altura, con diferentes orientaciones que le confieren a cada una su microclima, hace que tengamos una de las vendimias más largas del mundo, siendo de los primeros en comenzar y de los últimos en terminar en el hemisferio norte.
Esta singularidad ayuda a comprender la realidad vitícola de Tenerife, que lejos de ser un territorio vitícola homogéneo, es una superposición de territorios que van desde climas subtropicales a nivel de mar, donde se cultivan las variedades que necesitan más calor, hasta climas continentales en la montaña, donde cultivamos las variedades que necesitan más frio, todo lo cual se traduce en una amplísima diversidad de vinos.
En general, ha sido un año fresco, con un buen reparto de lluvias en primavera, que facilitaron un buen desarrollo vegetativo, que nos han dado mostos equilibrados, con buena acidez, que se han ido trasformado en la bodega en vinos frescos y elegantes.
Por lo que respecta a la cantidad, en un principio esperábamos un buen año, pero las prematuras lluvias de finales de agosto y septiembre mermaron la cosecha en las zonas altas.
Una vez terminado el trabajo de la vendimia, toca incorporar compost e implantar la cubierta vegetal en los viñedos, para dejarlos descansar y reponerse hasta el inicio de la poda a principios del próximo año, mientras en bodega nos centramos en cuidar los nuevos vinos mientras consiguen su plenitud.
Fieles a nuestro espíritu innovador, este año también tendremos novedades, con nuevos vinos que presentaremos en los próximos meses.
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